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La Marca del Destino





No sabría decirle al lector si hablamos de Astrología o de Astrosofia, pero ambas corrientes son absolutamente fascinantes y una, necesariamente, lleva a la otra.


Este no es un debate, por lo cual no se trata de estar de acuerdo o no con lo planteado, sino de levantar una reflexión astrosofica de forma Mercuriana, es decir sin tomar partido, pero nutriendo una sana curiosidad.


Estos días levantando una reflexión sobre el fluir de la vida y su debida antítesis he estado, Acuarianamente (universal-mente), tratando de establecer un vinculo entre el fluir de la vida y la marca del destino.


Cuando hablamos de libre albedrio, creo que hablamos de desarrollo de la conciencia, pues la ignorancia no abre caminos ni permite desprenderse de los ciclos del pasado, de los patrones inconscientes heredados de nuestros ancestros (de los cuales somos esclavos en la mayoría de los casos), ni de las formas, conductas, ideas e ideologías adquiridas a través del adoctrinamiento educativo y cultural […].


En Astrología es una temática de primer puesto, porque existe dos corrientes que se van confrontando con cierta vehemencia desde hace varias décadas. Es por cierto evidente comprender la razón por la cual la Astrología fue predictiva durante miles de años, y es aún más entendible ver como y de que forma se plantea el surgimiento de una nueva forma de percibir la realidad en un mundo tecnológico que no deja de asombrarnos en sus formas, saberes, descubrimientos.


Una de estas corrientes sostiene la cualidad predictiva de la Astrología que considera nulo el libre albedrio, la otra sostiene el Astro-análisis que facilita un profundísimo conocimiento de si-mismo pero que aparta (en la mayoría de los casos) el determinismo y la fatalidad del destino.


Estos días levantando reflexiones hacia el gran misterio del universo, he tratado de comprender como los caminos de la vida ya son absolutamente pre-establecidos por el destino, y podemos explicarlo de una forma muy simple.


Más allá de la ignorancia, que definitivamente empodera la repetición de los ciclos y el no aprendizaje de las lecciones de la vida llevando el ser a experimentar una y otra vez experiencias vinculadas con las mismas características, existe efectivamente la posibilidad de ser consciente de si-mismo(a) y por consiguiente de levantar los desafíos de la vida con su debido grado de valor y disciplina enraizada en un sostenido proceso de desarrollo y transmutación personal y espiritual. Astrológicamente hablando, podríamos traducirlo como el hecho de reconocer ciertas dificultades que se enraízan en mi forma de ser, en distintos niveles de profundidad : energético (nuestra disposición energética con la cual encarnamos en la Tierra), espiritual (entendiendo con más apertura la ley del karma y el pasado o atavismo ancestral), psicológico (las vivencias enraizadas en nuestro mundo subconsciente, emocional y mental proveniente de las experiencias terrestres desde las primeras semanas de desarrollo del feto hasta los 7 años de edad), y experimental o vivencial (como resultado de lo anterior, siendo la manifestación concreta y materializada más perceptiva de las pautas de aprendizaje).


Hablemos Astrología: una misma cuadratura va a representar una dificultad en el dialogo entre dos funciones energéticas, pero se va a expresar de forma distinta en el transcurso de la vida. En estado de ignorancia, el ser humano va a ir de mal en peor porque aquellas lecciones que uno no aprende se repiten y los profesores de la vida alzan la voz en el intento de generar un sano despertar. En estado de consciencia efectivamente podemos asumir tomas de consciencia y mejorías, aunque realmente debemos de reconocer que la verdadera labor de transmutación requiere de mucho tiempo, mucha introspección, mucha disciplina y muchísimo coraje.


Esta labor de transmutación seria lo que yo llamaría libre albedrio.


El fatalismo y determinismo del destino sin libre albedrio, aunque a veces resulta siendo nuestra única explicación en el intento de justificar nuestro mal llamado fracaso, nos lleva necesariamente a una pregunta muy lógica y consecuente : ¿Cuál sería la razón de vivir la vida si todo fuese predeterminado?


Bueno, esta pregunta puede ser respondida de varias formas distintas, y creo que una de ellas es, justamente, encarnar para “experimentar”.


Sin embargo, como Astrólogo y como ser humano, no creo ni en el absoluto libre albedrio, ni en el fatalismo y determinismo del destino. Yo creo que ambas corrientes albergan una parte de la verdad, de la totalidad.


Tengo una predisposición que parece llevarme a cierto destino, pero lo puedo ir orientando hacia donde yo quiero y elijo dirigirme haciendo buen uso de mi fuerza de voluntad.


Podemos constatar como en medio de la vida ciertos caminos fluyen y otros no corresponden, y no tenemos poder sobre aquellos caminos porque no depende de nosotros que se hagan posibles o no, y a esto le llamo la marca del destino.


Vas en búsqueda de un colegio para tu hijo y te niegan la posibilidad de que ingrese en el instituto que habías contemplado. Pero otra posibilidad poco después se abre y permite que se manifiesta una opción distinta, no sabríamos decir si mejor o peor, pero una que fluye y se dio sin resistencia. Esto sencillamente es parte del despliegue de la energía de tu hijo que atrae los escenarios que se conforman con su disposición energética.


Quieres comprar una casa y te niegan una y otra vez los créditos para hacer tu sueño realidad, mientras que poco después, se te dan todos los medios de conseguir otra, en otro lugar, de otra forma.


Quieres irte a Alemania a estudiar ingeniería aeronáutica pero no te dan la visa, y poco después ingresas a estudiar Astrología en el CEIA.


Y podríamos preguntarnos cuales son los mecanismos que permiten que algunos caminos fluyan y otros no. A esto le llamamos destino, y yo creo que el destino es una sencillísima ley de atracción y correspondencia operativa en niveles de vibración tan sutiles que no podemos detectarlos, por lo menos científicamente. No podemos pensar que por no comprender el mecanismo de las cosas debamos afirmar que no existen.


La verdadera ciencia es aquella que no puede rechazar ninguna teoría hasta que su antítesis no haya sido comprobada, es decir, no podríamos afirmar que no existe vida en el universo hasta que hayamos recorrido cada centímetro de este vasto, infinito y expansivo espacio, y de esto, como bien lo saben, estamos lejos, muy lejos.


La magia absolutamente única de la Astrología, a través de la interpretación de la carta natal, es que nos lleva a poder entender esta ley de correspondencia.


Nos lleva a entender e despliegue de dos tipos de energía: una celestial, y una terrestre.

Nosotros encarnamos con una energía celestial, representada por las posiciones de los planetas en signos zodiacales con sus distintas configuraciones, aspectos, dignidades, dispositores […]. Esta energía es lo que somos, o es simbólica de lo que somos. Por ejemplo, un Sol en los grados 22 de Capricornio en oposición con la Luna Llena en Cáncer alrededor de los mismos grados.


Se va a ir manifestando esta energía celestial en distintos campos de experiencia representado por las casas. Así, el Sol en Capricornio se encuentra en casa 12, haciendo oposición con mi Luna en Cáncer en 6. Y esto me da una información muy precisa, que se va a ir repitiendo una y otra vez, siempre en contacto con los mismos campos de experiencia relativos a la casa 6, 12 y las casas regidas por el sol y la luna.


La esencia de lo que soy, en energía, siempre va a ser la misma pero vamos a decir que nos podemos quedar “estancados” en la maraña de las experiencias terrestres, fundamentalmente al origen de esta sensación de destino.


En realidad, el destino es lo que soy, pero entre más conciencia tengo de lo que soy, y esto hablando de lo que soy “realmente”, despojándome de lo que quiero ser, de lo que me dijeron que soy, de lo que hubiera querido ser, de lo que mi inconsciente registra como información sobre las cuales se ha quedada atrapada mi identidad, entonces más tendré capacidad de cumplir con mi libre albedrio, y de ir rompiendo los mecanismos que generan tensión en mi carta natal. Podemos verlo así: “gracias por poner piedras en mi camino, cuando me subo encima veo más lejos” (Gustavo Fernández).


No obstante, la misma disposición de la carta natal me dará información sobre cuales son mis “posibilidades” de ir superando, transformando y elevando mi nivel de vibración en la CN, por lo que definitivamente allí también se encuentra tendencias fuertemente marcadas.

Así, para concluir esta pequeña reseña astrofilosofica, he llamado el conjunto de fuerzas que conforma lo que somos, y por lo tanto lo que atraemos en la vida, como la “marca del destino”.


Si existe una separación entre lo que llamamos el libre albedrio y el destino, en realidad esta se encuentra tan incierta que no sabría decir cual el es verdaderamente la diferencia entre uno y el otro.


Porque el destino es lo que somos. Somos imanes energéticos y atraemos a determinadas experiencias como proyecciones puras de lo que somos. A esto le llamamos destino.


En esta red vincular que es la carta natal tendremos la posibilidad de elegir entre varios caminos, esto es el libre albedrio, pero esta elección solamente puede manifestarse si tengo consciencia de que existe. Es decir, si tengo consciencia de que la vida se construye de adentro hacia fuera, de que yo asumo una responsabilidad, una capacidad de acción sobre lo que vivo.


De lo contrario seguiré siendo una expresión del fatalismo y a este le llamare destino.

Existe una gran diferencia entre la marca del destino y el fatalismo.


La marca del destino no afirma el encuentro puntual, preciso, inevitable e ineluctable de mis vivencias futuras, pero si una perspectiva muy profunda y precisa acerca de lo que yo soy y de cuales van a ser “mis encuentros conmigo mismo” a través de otros.


Porque de esto trata la vida, y por extensión, de esto trata la Astrología: de encontrarse a si mismo. La vida lo hace a través de experiencias, la Astrología a través del estudio de una radiocosmografia del Ser.


La marca del destino se encuentra siempre presente en todos, en cada uno y cada una de nosotros y solamente podremos verla haciendo este esfuerzo de conocernos y ubicarnos en el papel central y solar de protagonista de nuestra vida.


La marca del destino como la llamo y la pienso difiere mucho del sentido popular atribuido a la palabra “destino.” Esta ultima encuentra muy bien su lugar y definición en la siguiente frase de C.G. Jung : “hasta que lo inconsciente se haga consciente, el subconsciente seguirá dirigiendo tu vida y tu lo llamarás destino”. Popularmente, destino y fatalismo son la misma cosa.


A cambio el libre albedrio es escaso, casi inexistente.


Existen muchos caminos para ir al encuentro de la marca del destino. La Astrología es uno de ellos, pero solamente podrá desembocar hacia la libertad si se hace un trabajo interno muy profundo en paralelo. Porque el hecho de que la mente tenga reconocimiento de ciertas configuraciones psicológicas, vivenciadas, emocionales, es un gran paso hacia delante.

Aprendiendo Astrología vamos aprendiendo a conocernos. Pero a la vez cuando nos vamos conociendo aprendemos astrología.


Ir afianzando el conocimiento astrológico con la experiencia emocional vivenciada es el elixir que permite la fusión de lo gametos que dará nacimiento a una gran sabiduría.


El despliegue de esta sabiduría es el único autentico, duradero y expansivo camino hacia el florecimiento de nuestro ser y la culminación de nuestro más elevado propósito de vida.



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