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Astrología y Espiritualidad





La Astrología necesariamente debe ser vinculada con el proceso espiritual del interprete. Si la Astrología se consulta por razones exclusivamente predictivas y con el destino de responder de forma categórica y determinada sin reflexiones de fondo, resulta siendo una maniobra más del ego que desea controlar.


Por supuesto que podemos ir viendo a aspectos previsorios, ayudar a tomar decisiones, orientar, enfocar, con mucha precisión y certeza, pero la potencia más grande de la Astrología reside en el nivel de comprensión muy profundo que permite al ser empoderar su libre albedrío.


En este sentido si el intérprete no tiene experiencia desde su proceso de crecimiento personal y espiritual, permanecerá en los aspectos más superficiales de la gran sabiduría de los astros.


Toda ciencia, todo arte tiene sus distintos niveles de aplicación. Como un médico ordinario sale graduado de su universidad con una cabeza llena de información, pero tan separado de la dimensión filosófica, holística, esotérica de la vida que se pierde por completo de la gran riqueza y complejidad de su arte. Pero puede evolucionar, llevarlo a crecer.


Así mismo el astrólogo debe empoderar su visión. La visión es nuestra capacidad a mirar de forma sintética desde una perspectiva elevada, y el único medio que yo conozca que nos permita elevar nuestra visión y nuestra autentica sabiduría es a través de la vivencia, de la experiencia, y esto va más allá de la observación. Siempre resulta complejo establecer un nivel de equilibrio entre la teoría y la practica y a menudo me preguntan como llevar la astrología a un nivel más corporal, vivencial, practico. Realmente no hay receta que sea tan practica cuando tratan de los astros que la de vivir su propia vida con el máximo nivel de profundidad y experimentar desde todas las dimensiones cada uno de los aspectos de su carta natal, pues estos constituyen el tejido básico multidimensional compositor de la orquesta del ser. Porque el ser es una orquesta, una sinfonía tan bella y profunda que cada instrumento (planeta) que compone esta orquesta tiene una forma muy particular de elevar la vibración de su sonido.


En astrología, podemos comprobar como cada planeta es un instrumento que forma parte de la orquesta. Podemos tener un instrumento de gran calidad y no saber sacarle ni la mitad de pureza del sonido que podría expresar. Podemos tener un instrumento de mala calidad y aun así tan sencillo de tocar que resulta siendo relativamente armónico con los demás componentes de la orquesta.


Nosotros somos los maestros de la orquesta, dirigimos la sinfonía, y es nuestra posibilidad llevarla a expresar una resonancia cósmica que inspira desde los niños que van naciendo hasta los venados guardianes de las montañas.


Por esta razón la astrología se debe de interpretar desde un enfoque espiritual.


De igual forma mi carta natal puede verse reflejada en una cocina. Tengo unos cuantos ingredientes, de buena y mala calidad. Tengo unas herramientas, algunas muy practicas otras muy defectuosas. Al principio voy a tratar de elaborar algunas cosas, algunas recetas con los ingredientes y herramientas de las cuales dispongo, pero no me va a salir bien.

¿Por qué razón? Porque no los conozco. No conozco los sabores de los ingredientes, ni las múltiples formas que tienen de expresarse según como los voy preparando, mezclando, cocinando.


Ahora, ¿Qué es lo que me va a permitir de mejorar mi arte como cocinero si sigo teniendo los mismos ingredientes y las mismas herramientas?


Saturno. Es decir, la experiencia. La voluntad. Y el tiempo.


Y así es como un rupestre cocinero se vuelve un gran chef.


Y así es como un aprendiz de la astrología se vuelve un gran interprete.


A través de la experiencia que pasa por la permanente contemplación de su propio tema natal, a través de esta absoluta intima relación entre el si-mismo y el cielo.


Por esto la astrología, como todo, expresa su mejor posibilidad cuando hay un desarrollo espiritual de por medio, y así los consultantes de la astrología se beneficiarán de la ciencia de urania de la forma más elevada porque esta aguarda un potencial de transformación.


Es un proceso que parecería complejo, en realidad es lo más sencillo que existe de poder experimentar esa realidad profunda del ser. El problema es que somos seres muy bellos y sencillos viviendo en una sociedad tan inorgánica, absorbente y enferma que esto es lo que nos volvemos.


Y esta es una de las razones por las cuales los eruditos, sabios, sabedores, curanderos, chamanes, y tantos más se dan el gusto de irse para la casa XII, es decir se retiran, para ir hacia la exploración de la vida a un nivel muchísimo más profundo retirando toda superficialidad.


Así mismo el astrólogo puede leer muchos libros, pero de nada le servirá si no conecta con esta sensación de ser a la vez hijo del cielo y de la tierra.


No le sirven tantos conocimientos si no sabe, como dice Facundo Cabral, que la vida es “tan perfecta que cuando arrancas una flor se mueve una estrella”, y que “por cada bomba que cae hay millones de acaricias que alimentan a la vida”.


Nosotros somos acostumbrados a ver todo como bien y como mal, es decir en miradas de polaridades, pero la sabiduría profunda se parece mucho más al Tao, a la unión del águila y del cóndor, al Yoga (unión) o a lo que las sabidurías ancestrales consideraron que las podemos llamar de tal o cual forma.


Si la astrología resuena con el cielo, es ineluctable comprender que vibra en la Tierra. No solamente las casas astrológicas se relacionan con la Tierra, pero el mismísimo zodiaco cumple de acuerdo con sus posiciones tropicales (y no sideral como en el caso de la astrología védica) relacionadas con los ciclos estacionales de la Tierra.


Y así fue como un ser se vuelve sabio: observando a la Tierra, como le enseña a vivir, y observando al cielo, como le enseña a soñar. Y cuando unimos las dos polaridades, la vida se vuelve ese sueño hecho realidad y podemos llamarlo por el nombre que los Toltecas le daban: Arte.


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